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La princesa no podía
dejar de mirar aquella extraña Luna que había aparecido en el cielo con esa
forma tan especial, ¿qué podía significar?
-Esto tiene que ser
una mala señal...
La chica de cabellos
dorados entonces volvió a observar a su hermana tirada en la hierba del patio y
se dio cuenta que ambas habían visto lo mismo y que ahora estaban mirándose la
una a la otra.
-Claudia... he de
protegerte... a ti y a todo el reino...
Sin dar tiempo a que
nada más sucediera, la princesa emprendió la carrera abandonando su habitación
y salió disparada hacia la sala del trono pero cuando pasó la siguiente puerta
el mundo se desvaneció y cayó en lo profundo de un sueño.
Lo único que podía
ver era oscuridad y como caía sin remedio.
-¿Qué... qué ocurre?
Fue cuestión de
tiempo que divisara una plataforma en medio de la nada y lentamente fue
descendiendo hasta ella víctima de una extraña gravedad que la hizo darse la
vuelta y caer de pie. Entonces pudo ver con más claridad la forma de la
plataforma. Era un enorme dibujo de la propia princesa con una Llave espada en
la mano y once retratos ensombrecidos.
-¿Qué... qué es este
lugar? ¿Dónde estoy?
-El día está cada vez
más lejos y más cerca.
-¡¿Quién ha hablado?!
-El día en que la
puerta se abrirá.
-¡¿Qué puerta?, ¿de
qué estás hablando?! ¿Quién eres...?
-Solo los Elegidos
podrán detener a la Oscuridad.
-¿La... la Oscuridad?
-El reino de la luz
está en peligro.
-¡¿Quién demonios está
hablando?! No entiendo nada...
-Debes ser fuerte. Y
no temer a la Luz. Será una gran aliada.
Tan pronto como esa
voz se desvaneció una Llave espada apareció en manos de la princesa que se quedó
sorprendida.
-Yo... yo no... no
estoy preparada para usarla...
Pronto una gran
cantidad de sombras rodearon a la princesa que no tuvo más opción que tomar una
pose defensiva y luchar contra los Sincorazón. Aunque no tuvo que hacer un gran
alarde de habilidad para acabar con aquellas débiles criaturas.
-Hay un gran poder
oculto en ti.
-¿En mí? Si solo
soy...
-La Luz será tu
aliada, no temas usarla.
Tan pronto como la
princesa Eleone dejó caer la mirada, una mano se posó sobre la mano con la que portaba
la Llave Espada.
-¡Claudia!
-Yo estoy contigo.
La princesa entonces
vio como su hermana desaparecía tan pronto como le ofrecía ese apoyo que la
hizo mirar hacia delante, donde pudo divisar otras diez siluetas, seis de ellas
más claras que las demás.
-¿Vosotros también?
Cada silueta tomó una
postura intentando darle seguridad a la princesa a medida que iban
desapareciendo para dejarla otra vez sola, sin darle tiempo a fijarse en
ninguno de los rostros.
-Yo... yo... ¡Yo
puedo! ¡Y lo haré!
Eleone entonces miró
hacia atrás y vio como una enorme oleada de Sincorazón aparecía de la nada y
una enorme escalera hecha de plataformas se formaba delante de ella y empezó a
correr.
Corría todo lo rápido
que le permitían sus piernas, no podía vencer a toda esa marabunta de
criaturas, y ya no sentía el apoyo de esas siluetas que acababan de
desvanecerse. La ascensión se hizo eterna hasta que alcanzó otra plataforma, en
ella el dibujo era más inquietante pues la fallecida madre de la princesa
descansaba en la postura contraria al anterior dibujo y portaba una Llave
espada al igual que ahora la princesa llevaba una en sus manos.
-Madre...
Los Sincorazón
aparecieron de todos lados rodeando a la princesa que ya no tenía escapatoria,
aunque la simple visión de su madre, en esa postura tan valerosa con aquella
arma le hizo tomar fuerzas y tomó una postura de batalla.
Entonces las sombras
empezaron a caer sobre ella mientras las eliminaba tan rápido como podía para
que no se acumularan, pero fue inevitable que acabaran por superarla y tirándose
encima de ella la hundieron en el suelo, donde la Oscuridad empezó a tragársela.
-¡No! ¡No puedo perder!
-Y recuerda... La luz
será tu gran aliada.
-¿La luz? ¿Mi luz?
Entonces una poderosa y brillante luz salió del cuerpo de la princesa eliminando a todas aquellas criaturas a la vez y la luz se formó delante de ella tomando la silueta de su madre que le tendió la mano.
Entonces una poderosa y brillante luz salió del cuerpo de la princesa eliminando a todas aquellas criaturas a la vez y la luz se formó delante de ella tomando la silueta de su madre que le tendió la mano.
-Ma... madre...
-Pero recuerda... No estás
sola.
Eleone tomó la mano
de su madre para levantarse y cuando lo hizo volvió a aparecer en su castillo,
al otro lado de la puerta de la sala del trono.
-¡Eleone!
-¿Ma... madre?
El rey admiraba a su
hija extrañado desde el trono, pues aunque había entrado corriendo en la sala,
se detuvo de repente como si algo la hubiera pasado.
-¿Eleone?
-Padre.
-¿Qué ocurre?
-Lo he visto. Lo he
visto. Yo, padre, lo he visto.
La princesa se acercó
al trono de su padre flanqueado por sus dos más fieles soldados.
-Tenemos que hacer
algo.
-¿Qué has visto hija?
-La Luz. La Luz de
nuestro mundo, padre. Es la última que brilla.
-¿La última?
-Creo que nuestro
Mundo es el único que resiste. Tenemos que hacer algo.
-No digas tonterías,
hija. Solo ha sido un sueño.
-No, no lo ha sido.
-Tienes que
descansar, hija. Alexander, por favor, acompáñala a su dormitorio.
-¡Padre no!
Y entonces el soldado
más a la derecha del rey, Alexander, se acercó a la princesa para indicarle el
camino a sus aposentos.
-Por favor, princesa.
Eleone no pudo evitar
sentirse decepcionado y dándole la espalda a su padre siguió el camino que su
guardián le había indicado. Una vez salieron de la sala del trono se volvió
hacia él.
-Alexander, tú me
crees, ¿verdad?
-Princesa, yo... solo
soy un humilde servidor.
-Alexander, por
favor, necesito tu ayuda, tenemos que proteger nuestro Mundo. Sabes que soy
diferente, que mi Llave espada es diferente. Tiene que haber algún modo.
-Yo...
-Por favor...
-Hay... Hay...
Vuestro padre me va a matar. Hay unas ruinas en el fondo del bosque de Cristal,
ha sido saqueada hasta los cimientos, pero hay una extraña máquina que nadie ha
podido encender y una pared que nadie ha conseguido destruir.
-¿Crees que...?
-Por favor, princesa,
no hagáis ninguna locura.
-¡Tengo que ir! Puede
ser nuestra única salvación.
-Tened cuidado.
-Lo tendré.
Eleone acarició el
pelo de su guardián antes de lanzar un hechizo sobre sí misma y convertir su
aspecto en el de un varón un poco más alto ataviado con ropas que tapaban hasta
su poco varonil rostro.
-Gracias, Alexander.
La princesa saltó
desde lo alto de una ventana directamente hacia la ciudad Eclissis.
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