Recomiendo escuchar esta canción mientras lees.
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El joven volvió a
bajar la mirada para volver a cruzarla con la de aquella extraña criatura que
le observaba. Sus ojos se habían vuelto amarillos, los colmillos le habían
crecido e incluso sus uñas, que ahora parecían garras.
-Hay una bestia
morando en ti...
En seguida el efecto
que aquella Luna tenía sobre el joven desapareció recuperando su aspecto
normal.
-Mi nombre es Nanaki.
-Yo soy Blanck...
-No estoy incómodo
con tu compañía, pero aquí las criaturas del bosque se encargan de los Sincorazón,
en la ciudad se te necesita más.
-No me gusta la
gente. Después de todo soy una bestia, podría ayudar a las criaturas del
bosque.
-La ciudad corre más
peligro. Si la ciudad cae, será cuestión de tiempo que el bosque lo haga. Las
criaturas del bosque, ni siquiera yo, somos bien recibidos en la ciudad. Te
necesitamos para que impidas que se expanda la Oscuridad.
-¿Y qué es lo que
debo de hacer?
-Hay unos seres que
se disfrazan de hombres pero son más bestias que tú y que yo, moran en la
Oscuridad y están planeando acabar con todos los Mundos alimentando a la
Oscuridad con sus corazones.
-¿Quieres que les
encuentre?
-He visto que portas
una Llave espada, es la única arma contra la Oscuridad y ellos son la misma
Oscuridad. Tienes que salvar el Mundo, si no lo haces por los hombres, hazlo
por nosotros.
-Llévame a la ciudad.
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Mientras tanto, en el
castillo, la hermana pequeña de la princesa terminaba su entrenamiento.
-Ya basta por hoy,
Claudia.
-Está bien, maestro.
Gracias por todo.
La joven princesa
hizo una reverencia y se adentró en el castillo esperando encontrarse con su
hermana para hablar sobre aquella extraña visión que las había conectado. Sin
embargo por más que buscó Claudia no encontró a su hermana, aunque en su lugar
encontró a su guardián.
-Princesa.
-Alexander. ¿Sabes
donde está mi hermana?
-¿La princesa Eleone?
-Claro, no tengo más hermanas.
-Claro, no tengo más hermanas.
-Pues no...
-¿Seguro?
La joven princesa pudo notar la duda en los labios del guardaespaldas y le miró con firmeza.
-Eleone me
pidió que le prometiera no decírselo a nadie.
-¡¿Ya se ha vuelto a
escapar?!
-Baja la voz,
princesa.
-Perdón.
Claudia en seguida
bajó el tono y miró a todas partes esperando que nadie la hubiera escuchada,
pero estaba triste porque su hermana nunca confiaba en ella.
-No entiendo porqué
nunca confía en mí, yo también quiero ir con ella.
-Eleone
solo vela por vuestra seguridad, princesa.
-¡Yo también sé
defenderme!
-Por favor, princesa,
baja la voz.
-Lo siento pero voy a
ir a buscarla.
-¡No!
-Lo siento,
Alexander, no voy a dejarla sola.
-Espera. ¡Espera,
princesa!
Pero para cuando el guardaespaldas quiso detener a la joven princesa, ésta ya había salido corriendo y se había escapado del castillo gracias a su velocidad.
Pero para cuando el guardaespaldas quiso detener a la joven princesa, ésta ya había salido corriendo y se había escapado del castillo gracias a su velocidad.
-¿Dónde puede haber
ido? Si pudiera sentirla como cuando estamos cerca. La buscaré en la ciudad.
Claudia se adentró en
la ciudad intentando sentir a su hermana esperando que desde el centro de ésta
estuviera lo suficiente cerca de todos lados para poder sentirla. Aunque no
encontró a su hermana, en su lugar vio en lo alto de un rascacielos a un joven
que parecía estar intentando sentir a alguien como ella misma lo estaba
intentando. Curiosa, subió a lo alto del rascacielos.
-¿Ho... hola?
El joven concentrado
se dio la vuelta y miró a la princesa con una penetrante mirada amarilla. Los
colmillos que sobresalían de su boca asustaron a la princesa.
-¿Qui... Quién eres?
-No deberías estar
aquí, pronto...
Pero antes de que
pudiera terminar la frase un portal de Oscuridad se abrió y salió de él lo que
parecía un chico joven de pelo oscuro y ojos rojos. Un gran escalofrío recorrió
la espalda de la joven princesa.
-¿Qui... Quiénes sois?
-Vaya, vaya. Dos
Elegidos, me pregunto porque intentabais atraerme.
-Solo estaba
intentando atraerte yo.
El joven de aspecto
salvaje se interpuso entre la princesa y el joven amenazante que acababa de
llegar invocando su Llave espada.
-Tú. Tienes una...
-¡Márchate!
-¿Cómo?
-Este no es lugar para una chiquilla, márchate mientras puedas.
-Este no es lugar para una chiquilla, márchate mientras puedas.
-Pero yo...
El joven amenazante
dio un paso amedrentando a la princesa y al chico salvaje y comenzó a reírse de
forma espeluznante.
-Deja que se quede.
Así podré acabar con los dos a la vez.
-Ella no tiene nada
que ver con esto.
-¿Eso crees?
El peligroso chico de
ojos rojos volvió a desaparecer en una nube de Oscuridad para volver a
aparecerse en frente de la joven princesa a la cual atacó, por suerte los
reflejos de la chica le permitieron invocar su Llave espada a tiempo y detener
el golpe. Blanck que sintió todo reaccionó atacándole para alejarle de la
princesa en lo cual tuvo éxito aunque se sorprendió al ver a la princesa que
parecía tan indefensa portar una Llave espada.
-Tú también.
-Yo... sí.
-No te entrometas, yo
me encargaré de él.
-Olvidáis que sigo
aquí, no es momento para charlas.
Otra vez el chico de
ojos rojos se lanzó al ataque aunque esta vez atacó a Blanck que pudo
defenderse, cada ataque era más rápido y poderoso y el chico salvaje iba
retrocediendo mientras Claudia, asustada, observaba la pelea. Finalmente el
seguidor de la Oscuridad consiguió darle un duro golpe a Blanck el cual salió
volando varios metros aunque no dudó en volver a levantarse, sus rasgos bestiales
se habían acrecentado y se posicionó a cuatro patas, como un animal amenazado.
-Vamos, perrito.
Blanck no pudo ignorar la provocación e impulsándose con sus “cuartos traseros” le dio la vuelta a la pelea siendo ahora el que atacaba con aún más fiereza y el otro chico el que se defendía, aunque fue cuestión de tiempo que la balanza volviera a decantarse por el lado de la Oscuridad y Blanck volviera a caer de bruces. Claudia entonces no pudo evitar ponerse en medio.
-¡Te ayudaré!
-¡No!
Blanck intentó volver
a levantarse a tiempo pero ninguno de los dos pudo siquiera ver como el chico
cogía a Claudia de una pierna y asomándose desde lo alto del edificio la lanzó
hacia el vacío a gran velocidad.
Claudia cada vez veía
más cerca el suelo y no pudo evitar sentir que iba a estrellarse contra éste
cuando se sintió abrazada y protegida y como alguien amortiguaba su caída
deslizándose con fuerza por la fricción. Cuando Claudia recuperó la postura
pudo ver una cara familiar que la sujetaba y acababa de salvar la vida.
-¡Zero!
-He llegado a tiempo,
princesa.
-¡Muchas gracias,
Zero!
La princesa abrazó
agradecida y con confianza al Elegido que acababa de salvarle la vida.
-Princesa, ahora no
hay tiempo para esto. ¿Qué te ha hecho caer a esa velocidad?
-Hay alguien ahí
arriba luchando contra otro Elegido, es muy fuerte y utiliza la Oscuridad.
-¿La Oscuridad?
-Sí, apareció de un
portal y es muy rápido, ni siquiera pude ver como me agarraba y me lanzaba de
la azotea. Si no me llegas a coger...
-No penséis en eso ahora,
princesa, lo importante es que estáis bien. No deberíais haber salido del
castillo.
-Yo también puedo
luchar.
La princesa se levantó
del cuerpo de su salvador y fue entonces cuando el joven vio la Llave espada
que sujetaba la princesa.
-¡¿Pero qué...?!
-Vamos, Zero. Tenemos
que ayudarle.
La princesa volvió a
entrar al edificio para subir de nuevo las escaleras mientras Zero la perseguía.
-Vaya, parece que se
ha salvado.
-¡Maldito!
Blanck se volvió a
abalanzar sobre el joven oscuro, parecía que con cada herida que sufría sus
rasgos salvajes se acrecentaban junto a su furia y su fuerza, pudiendo hacerle
frente.
-Es extraño, tu furia
no procede de la Oscuridad.
-¡Cállate!
Los golpes,
provenientes de todas partes, golpeaban en medio del aire creando pequeñas
ondas expansivas que mecían el pelo de ambos combatientes. Sin embargo el joven
de ojos rojos empezó a acumular Oscuridad a través de su cuerpo y volviendo a
superar a Blanck le hizo estrellarse contra el suelo de la azotea dejando un
agujero lo que hizo que los rasgos salvajes del Elegido desaparecieran junto a
toda su fuerza.
-Eres solo un perrito
maleducado, tendré que enseñarte modales.
Y justo cuando fue a
darle el golpe de gracia, dos Llaves espada detuvieron el golpe que le hubiera
costado la vida a Blanck.
-¡¿Dos?!
-¿Sorprendido?
Princesa, curadle, yo me ocuparé de este desgraciado.
-Vale, Zero.
La batalla se reanudó
aunque el contrincante del chico oscuro ahora era el Elegido Zero que portaba
dos Llaves espada a la vez. Claudia aprovechó la oportunidad que le dio para
sacar a Blanck del cráter que había creado con el choque y empezar a curarle
con magia.
-No te preocupes, te
pondrás bien.
-Tienes que
marcharte...
-Tranquilo, Zero es
muy fuerte, podrá vencerle.
Ambos combatientes
parecían estar al mismo nivel aunque fue cuestión de tiempo que el chico oscuro
volviera a absorber poder de la Oscuridad para ir ganándole terreno a Zero que
terminó siendo desarmado de ambas armas y arrodillado frente a su rival.
-¡Zero!
-Parece que al final
será un tres por el precio de uno.
Claudia dejó de curar
a Blanck y se lanzó a gran velocidad hacia Zero para evitar que fuese golpeado
por aquel poderoso chico. La escena dejó boquiabiertos a todos, el chico que
había conseguido impactar su golpe del cual emanó una ola enorme de oscuridad
no pudo evitar retroceder al ver a una enorme criatura de piedra que se
interponía entre su mano y Claudia, que había conseguido llegar a tiempo para
evitar que Zero recibiese el golpe.
La criatura, herida,
dio un paso hacia atrás protegiendo a Claudia con su enorme cuerpo, y la joven
princesa no pudo evitar sentirse agradecida hacia lo que fuera aquello que
acababa de salvarle la vida a ella y a Zero.
-¿Un espíritu?
¡Maldita sea, he gastado todas mis energías en ese ataque! Tened por seguro que
volveréis a verme.
El chico oscuro abrió
un portal de Oscuridad y se desvaneció a través de él, fue entonces cuando
Claudia, ignorando a los otros dos Elegidos se posó en frente de aquella
criatura de piedra.
-Gracias.
-De nada.
-¿Qué... eres?
-Mi nombre es Gólem.
Soy tu protector.
-Mi protector.
Pero... esa herida...
-No te preocupes, mi
poder proviene de ti. Cuando vuelva a estar curado podrás volver a llamarme.
La criatura se fue
desvaneciendo poco a poco, aunque Claudia no estaba triste, en el fondo de su
corazón estaba creyendo en las palabras que le acababa de decir su protector.
-Lo haré.
Blanck, que se había
medio incorporado debido al cansancio, y Zero que permanecía de rodillas
aturdido miraron a la vez a Claudia.
-¿Estáis bien,
princesa?
-Sí. ¿Y tú, Zero?
-Sí, no os preocupéis.
Zero entonces se levantó y se acercó a donde estaba Blanck.
-¿Te encuentras bien,
chaval?
-Me llamo Blanck.
-No te he preguntado
eso.
-No necesito tu
caridad ni tu ayuda.
-No seas tonto, estás
herido. Venid, princesa, ayudadme a levantarle, le llevaremos a los barracones
para que le atiendan.
-Sí, Zero.
Y ayudándose
mutuamente, Zero y Claudia consiguieron convencer a Blanck de llevarle apoyado
en sus hombros.
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