viernes, 20 de abril de 2012

Capítulo 2: La amenaza


 Recomiendo escuchar esta canción mientras lees.


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El joven volvió a bajar la mirada para volver a cruzarla con la de aquella extraña criatura que le observaba. Sus ojos se habían vuelto amarillos, los colmillos le habían crecido e incluso sus uñas, que ahora parecían garras.

-Hay una bestia morando en ti...

En seguida el efecto que aquella Luna tenía sobre el joven desapareció recuperando su aspecto normal.

-Mi nombre es Nanaki.
-Yo soy Blanck...
-No estoy incómodo con tu compañía, pero aquí las criaturas del bosque se encargan de los Sincorazón, en la ciudad se te necesita más.
-No me gusta la gente. Después de todo soy una bestia, podría ayudar a las criaturas del bosque.
-La ciudad corre más peligro. Si la ciudad cae, será cuestión de tiempo que el bosque lo haga. Las criaturas del bosque, ni siquiera yo, somos bien recibidos en la ciudad. Te necesitamos para que impidas que se expanda la Oscuridad.
-¿Y qué es lo que debo de hacer?
-Hay unos seres que se disfrazan de hombres pero son más bestias que tú y que yo, moran en la Oscuridad y están planeando acabar con todos los Mundos alimentando a la Oscuridad con sus corazones.
-¿Quieres que les encuentre?
-He visto que portas una Llave espada, es la única arma contra la Oscuridad y ellos son la misma Oscuridad. Tienes que salvar el Mundo, si no lo haces por los hombres, hazlo por nosotros.
-Llévame a la ciudad.
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Mientras tanto, en el castillo, la hermana pequeña de la princesa terminaba su entrenamiento.

-Ya basta por hoy, Claudia.
-Está bien, maestro. Gracias por todo.

La joven princesa hizo una reverencia y se adentró en el castillo esperando encontrarse con su hermana para hablar sobre aquella extraña visión que las había conectado. Sin embargo por más que buscó Claudia no encontró a su hermana, aunque en su lugar encontró a su guardián.

-Princesa.
-Alexander. ¿Sabes donde está mi hermana?
-¿La princesa Eleone?
-Claro, no tengo más hermanas.
-Pues no...
-¿Seguro?

La joven princesa pudo notar la duda en los labios del guardaespaldas y le miró con firmeza.

-Eleone me pidió que le prometiera no decírselo a nadie.
-¡¿Ya se ha vuelto a escapar?!
-Baja la voz, princesa.
-Perdón.

Claudia en seguida bajó el tono y miró a todas partes esperando que nadie la hubiera escuchada, pero estaba triste porque su hermana nunca confiaba en ella.

-No entiendo porqué nunca confía en mí, yo también quiero ir con ella.
-Eleone solo vela por vuestra seguridad, princesa.
-¡Yo también sé defenderme!
-Por favor, princesa, baja la voz.
-Lo siento pero voy a ir a buscarla.
-¡No!
-Lo siento, Alexander, no voy a dejarla sola.
-Espera. ¡Espera, princesa!

Pero para cuando el guardaespaldas quiso detener a la joven princesa, ésta ya había salido corriendo y se había escapado del castillo gracias a su velocidad.

-¿Dónde puede haber ido? Si pudiera sentirla como cuando estamos cerca. La buscaré en la ciudad.

Claudia se adentró en la ciudad intentando sentir a su hermana esperando que desde el centro de ésta estuviera lo suficiente cerca de todos lados para poder sentirla. Aunque no encontró a su hermana, en su lugar vio en lo alto de un rascacielos a un joven que parecía estar intentando sentir a alguien como ella misma lo estaba intentando. Curiosa, subió a lo alto del rascacielos.

-¿Ho... hola?

El joven concentrado se dio la vuelta y miró a la princesa con una penetrante mirada amarilla. Los colmillos que sobresalían de su boca asustaron a la princesa.

-¿Qui... Quién eres?
-No deberías estar aquí, pronto...

Pero antes de que pudiera terminar la frase un portal de Oscuridad se abrió y salió de él lo que parecía un chico joven de pelo oscuro y ojos rojos. Un gran escalofrío recorrió la espalda de la joven princesa.

-¿Qui... Quiénes sois?
-Vaya, vaya. Dos Elegidos, me pregunto porque intentabais atraerme.
-Solo estaba intentando atraerte yo.

El joven de aspecto salvaje se interpuso entre la princesa y el joven amenazante que acababa de llegar invocando su Llave espada.

-Tú. Tienes una...
-¡Márchate!
-¿Cómo?
-Este no es lugar para una chiquilla, márchate mientras puedas.
-Pero yo...

El joven amenazante dio un paso amedrentando a la princesa y al chico salvaje y comenzó a reírse de forma espeluznante.

-Deja que se quede. Así podré acabar con los dos a la vez.
-Ella no tiene nada que ver con esto.
-¿Eso crees?

El peligroso chico de ojos rojos volvió a desaparecer en una nube de Oscuridad para volver a aparecerse en frente de la joven princesa a la cual atacó, por suerte los reflejos de la chica le permitieron invocar su Llave espada a tiempo y detener el golpe. Blanck que sintió todo reaccionó atacándole para alejarle de la princesa en lo cual tuvo éxito aunque se sorprendió al ver a la princesa que parecía tan indefensa portar una Llave espada.

-Tú también.
-Yo... sí.
-No te entrometas, yo me encargaré de él.
-Olvidáis que sigo aquí, no es momento para charlas.

Otra vez el chico de ojos rojos se lanzó al ataque aunque esta vez atacó a Blanck que pudo defenderse, cada ataque era más rápido y poderoso y el chico salvaje iba retrocediendo mientras Claudia, asustada, observaba la pelea. Finalmente el seguidor de la Oscuridad consiguió darle un duro golpe a Blanck el cual salió volando varios metros aunque no dudó en volver a levantarse, sus rasgos bestiales se habían acrecentado y se posicionó a cuatro patas, como un animal amenazado.

-Vamos, perrito.

Blanck no pudo ignorar la provocación e impulsándose con sus “cuartos traseros” le dio la vuelta a la pelea siendo ahora el que atacaba con aún más fiereza y el otro chico el que se defendía, aunque fue cuestión de tiempo que la balanza volviera a decantarse por el lado de la Oscuridad y Blanck volviera a caer de bruces. Claudia entonces no pudo evitar ponerse en medio.

-¡Te ayudaré!
-¡No!

Blanck intentó volver a levantarse a tiempo pero ninguno de los dos pudo siquiera ver como el chico cogía a Claudia de una pierna y asomándose desde lo alto del edificio la lanzó hacia el vacío a gran velocidad.

Claudia cada vez veía más cerca el suelo y no pudo evitar sentir que iba a estrellarse contra éste cuando se sintió abrazada y protegida y como alguien amortiguaba su caída deslizándose con fuerza por la fricción. Cuando Claudia recuperó la postura pudo ver una cara familiar que la sujetaba y acababa de salvar la vida.

-¡Zero!
-He llegado a tiempo, princesa.
-¡Muchas gracias, Zero!

La princesa abrazó agradecida y con confianza al Elegido que acababa de salvarle la vida.

-Princesa, ahora no hay tiempo para esto. ¿Qué te ha hecho caer a esa velocidad?
-Hay alguien ahí arriba luchando contra otro Elegido, es muy fuerte y utiliza la Oscuridad.
-¿La Oscuridad?
-Sí, apareció de un portal y es muy rápido, ni siquiera pude ver como me agarraba y me lanzaba de la azotea. Si no me llegas a coger...
-No penséis en eso ahora, princesa, lo importante es que estáis bien. No deberíais haber salido del castillo.
-Yo también puedo luchar.

La princesa se levantó del cuerpo de su salvador y fue entonces cuando el joven vio la Llave espada que sujetaba la princesa.

-¡¿Pero qué...?!
-Vamos, Zero. Tenemos que ayudarle.

La princesa volvió a entrar al edificio para subir de nuevo las escaleras mientras Zero la perseguía.

-Vaya, parece que se ha salvado.
-¡Maldito!

Blanck se volvió a abalanzar sobre el joven oscuro, parecía que con cada herida que sufría sus rasgos salvajes se acrecentaban junto a su furia y su fuerza, pudiendo hacerle frente.

-Es extraño, tu furia no procede de la Oscuridad.
-¡Cállate!

Los golpes, provenientes de todas partes, golpeaban en medio del aire creando pequeñas ondas expansivas que mecían el pelo de ambos combatientes. Sin embargo el joven de ojos rojos empezó a acumular Oscuridad a través de su cuerpo y volviendo a superar a Blanck le hizo estrellarse contra el suelo de la azotea dejando un agujero lo que hizo que los rasgos salvajes del Elegido desaparecieran junto a toda su fuerza.

-Eres solo un perrito maleducado, tendré que enseñarte modales.

Y justo cuando fue a darle el golpe de gracia, dos Llaves espada detuvieron el golpe que le hubiera costado la vida a Blanck.

-¡¿Dos?!
-¿Sorprendido? Princesa, curadle, yo me ocuparé de este desgraciado.
-Vale, Zero.

La batalla se reanudó aunque el contrincante del chico oscuro ahora era el Elegido Zero que portaba dos Llaves espada a la vez. Claudia aprovechó la oportunidad que le dio para sacar a Blanck del cráter que había creado con el choque y empezar a curarle con magia.

-No te preocupes, te pondrás bien.
-Tienes que marcharte...
-Tranquilo, Zero es muy fuerte, podrá vencerle.

Ambos combatientes parecían estar al mismo nivel aunque fue cuestión de tiempo que el chico oscuro volviera a absorber poder de la Oscuridad para ir ganándole terreno a Zero que terminó siendo desarmado de ambas armas y arrodillado frente a su rival.

-¡Zero!
-Parece que al final será un tres por el precio de uno.

Claudia dejó de curar a Blanck y se lanzó a gran velocidad hacia Zero para evitar que fuese golpeado por aquel poderoso chico. La escena dejó boquiabiertos a todos, el chico que había conseguido impactar su golpe del cual emanó una ola enorme de oscuridad no pudo evitar retroceder al ver a una enorme criatura de piedra que se interponía entre su mano y Claudia, que había conseguido llegar a tiempo para evitar que Zero recibiese el golpe.

La criatura, herida, dio un paso hacia atrás protegiendo a Claudia con su enorme cuerpo, y la joven princesa no pudo evitar sentirse agradecida hacia lo que fuera aquello que acababa de salvarle la vida a ella y a Zero.

-¿Un espíritu? ¡Maldita sea, he gastado todas mis energías en ese ataque! Tened por seguro que volveréis a verme.

El chico oscuro abrió un portal de Oscuridad y se desvaneció a través de él, fue entonces cuando Claudia, ignorando a los otros dos Elegidos se posó en frente de aquella criatura de piedra.

-Gracias.
-De nada.
-¿Qué... eres?
-Mi nombre es Gólem. Soy tu protector.
-Mi protector. Pero... esa herida...
-No te preocupes, mi poder proviene de ti. Cuando vuelva a estar curado podrás volver a llamarme.

La criatura se fue desvaneciendo poco a poco, aunque Claudia no estaba triste, en el fondo de su corazón estaba creyendo en las palabras que le acababa de decir su protector.

-Lo haré.

Blanck, que se había medio incorporado debido al cansancio, y Zero que permanecía de rodillas aturdido miraron a la vez a Claudia.

-¿Estáis bien, princesa?
-Sí. ¿Y tú, Zero?
-Sí, no os preocupéis.

Zero entonces se levantó y se acercó a donde estaba Blanck.

-¿Te encuentras bien, chaval?
-Me llamo Blanck.
-No te he preguntado eso.
-No necesito tu caridad ni tu ayuda.
-No seas tonto, estás herido. Venid, princesa, ayudadme a levantarle, le llevaremos a los barracones para que le atiendan.
-Sí, Zero.

Y ayudándose mutuamente, Zero y Claudia consiguieron convencer a Blanck de llevarle apoyado en sus hombros.

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