sábado, 14 de abril de 2012

Prólogo: Eclipse

Recomiendo escuchar esta canción mientras lees.

http://www.youtube.com/watch?v=-a8dAfPS-Cc&feature=player_embedded
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Todo era oscuridad salvo una pequeña luz que agonizaba, ese era el sueño que había estando martirizando a la princesa desde hacía días. Se despertó sudando y agobiada mirando al techo, la siesta no le había sentado bien. Se levantó de la cama y se acercó al ventanal desde el cual vio a su hermana pequeña entrenando artes marciales en el patio.

-Claudia...

-¿Eso es todo lo que sabes hacer, Claudia?
-Cállese, Maestro.

La muchacha se lanzó en vano a atacar al enorme hombre que bloqueaba todos sus ataques con facilidad y la hacía volver a caer contra el suelo.

La princesa no pudo evitar sonreír al ver a su hermana perecer tantas veces en el intento, aunque una tenue luz en el cielo llamó su atención, y pudo ver un eclipse de luna mientras su hermana, sin que ella lo supiera, lo veía desde el suelo.
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Mientras tanto, en la otra punta de la ciudad, un joven que carecía de brazo derecho entrenaba con su Llave espada contra ilusiones. Cuando acabó sintió una pesada carga en su espalda que había saltado sobre sus hombros.

-¡Hermano!
-¡Adda! Te dije que no me molestaras mientras entreno.
-Ya has entrenado mucho, hermano. Juega conmigo, porfi.

El joven la miró con severidad pero aquella tierna cara que su hermana le mostraba derritió cualquier frío sentimiento que pudo haber usado como escudo.

-Está bien.
-¡Bieeeeen!

Pero entonces algo sacó de sus ensoñaciones a los dos, una tenue luz que venía del cielo a plena luz de la tarde, un eclipse lunar que hizo cambiar de semblante en seguida al caballero.

-¿Pasa algo, hermano?
-Vamos a tener que dejar el día de juegos para otro momento.

A penas dijo eso consiguió dejar a su hermana en el suelo con todo el cuidado que pudo y salió disparado dirección el castillo.
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El joven de pelo negro se encontraba cruzado de brazos apoyado contra una pared, llevaba rato esperando a alguien cuando sintió una fría ola de intranquilidad pasar a escasos metros de él.

-Vali...

Pero rápidamente perdió interés en el gélido chico sin brazo, pues apareció a quién estaba esperando.

-¡Yoh!
-Zero... llegas tarde.
-Para variar, ¿no?
-No hay tiempo para tonterías.
-Siempre tan serio... En fin, ¿qué querías?
-Ya tengo la respuesta.

Eso cambió el despreocupado rostro del chico rubio que acababa de llegar con una velocidad asombrosa.

-La oscuridad no es...
-¡No hay tiempo!

Hubo un largo silencio hasta que el chico rubio volvió a hablar.

-¿Qué has descubierto?
-Eso...

El joven de melenas oscuras señaló al cielo y los dos miraron el eclipse lunar.
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-¡Ahhhhhhh!

¡Pum! El chico cayó rodando por la ladera de aquella colina hasta que consiguió recuperar el equilibrio y ponerse en pie.

-¡Malditos!

Reaccionó a tiempo. Para cuando todas aquellos Sincorazón de tipo sombra le tenían rodeado él ya había invocado su Llave espada y les hacía frente amenazadoramente.

-¡Os destruiré!

En tan solo unos instantes, una furia cegadora asoló al muchacho que acabó con todos los Sincorazón haciendo gala de una tremenda fuerza mezclando golpes, lanzamientos y estocadas de la Llave espada. Cuando terminó la rabia desapareció y parecía no recordar que había pasado, aunque sus enemigos habían desaparecido y eso era suficiente.

-¿Dónde estoy?
-En las afueras de Ciudad Eclissis.
-¡¿Quién ha dicho eso?!

Los rápidos instintos del chico le hicieron darse la vuelta para fijarse en una criatura parecida a un lobo aunque con detalles felinos así como una melena parecida a la de un león y vio como le ardía la cola en llamas.

-Yo.
-¡Hablas!
-Y posiblemente mejor que tú.
-¿Qué dem...?
-¿Vienes de otro Mundo?
-¿Otro Mundo?, ¿eso es posible?
-Te vi caer de un portal oscuro.

Entonces el chico recordó como minutos antes había sido engullido por la oscuridad cerca de casa cuando los Sincorazón invadieron su hogar.

-Sí... ellos...
-Es posible que ya no quede nada de tu Mundo.
-¡Esos bastardos, los destruiré!
-Me pregunto quien es más bestial de los dos, si tú o yo.
-Lo siento... es que...
-Entiendo tu furia. Pero debes calmarte, no permitas que la oscuridad invada tu corazón.
-¿Qué... qué debo hacer? Lo he perdido todo.
-Aún puedes recuperarlo. ¿Ves eso de ahí?

El joven alzó la mirada y vio el eclipse lunar.
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-¡Nos siguen!

Dijo la chica pelirroja de exuberantes proporciones saliendo de un portal oscuro.

-No te preocupes, les haremos frente.

El muchacho cerró el portal tras salir de él y encaró a las múltiples sombras que aparecieron delante de los dos, aunque no fueron rivales para la combinación y total coordinación que tenían los dos elegidos. Tras terminar hicieron desaparecer sus Llaves espada.

-Kei, tus ojos.
-No importa, era necesario.
-Pero...
-¡Si no llego a abrir el portal ahora estaríamos muertos!
-Yo...
-Bastet, entiéndelo. No podíamos hacer nada contra todos ellos, y no iba a dejarte morir.
-Pero... tus ojos...

Dos lágrimas cayeron de sus preciosos ojos azules mientras admiraba con tristeza los ojos de su amigo que ahora eran de un color amarillo mostaza.

-No es como si eso fuera a separarnos.

Dijo para intentar reconfortarla.

-La oscuridad no me engullirá tan fácilmente, podré controlarla y mantenerla a raya.
-¿Me prometes que no volverás a usarla?
-A menos que sea necesario, te lo prometo.

La chica no respondió, solo se lanzó a sus brazos para sentirle.

-Y yo no dejaré que eso suceda.
-Entonces no hay porqué preocuparse.

El joven le limpió las lágrimas para poder ver sus bonitos ojos azules, pero entonces volvió a ver preocupación en sus ojos cuando miró al cielo.

-¿Qué es, Bastet?

El chico se giró y ambos miraron el eclipse lunar que observaba toda Ciudad Eclissis.
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