domingo, 6 de mayo de 2012

Capítulo 9: El poder de la Llave espada


Recomiendo escuchar esta canción mientras lees:


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Jaleel, Zero y Keiro con Vali en brazos no tardaron mucho en encontrar una pequeña rendija entre piedras que daba entrada a lo que quedaba de las ruinas, la única manera de entrar era dejándose caer por ella y así lo hicieron. Primero bajó Zero tropezando un poco, luego le siguió Jaleel, seguidamente Keiro dejó caer a Vali al que atraparon los dos primeros y finalmente bajó este último derrapando.

El interior estaba casi a oscuras de no ser por la pequeña rendija que dejaba entrar los primeros rayos de luz del día, todo estaba semiderruido e incluso en peores condiciones de como lo encontró Eleone.

-¿Y bien Jaleel?, ¿cómo nos guiamos por aquí abajo?
-Déjame eso a mí, hay algo muy oscuro aquí abajo y es imposible no sentirlo.
-Pues yo no lo siento.
-Quizás no estás tan bien entrenado como yo en eso. O quizás no quiera ser encontrado.

Ese comentario le sentó bastante mal a Keiro pero se limitó a volver a recoger a Vali y a seguir en la penumbra a Jaleel y a Zero guardando la retaguardia.

-¿Y qué crees que es, Jaleel?
-No lo sé, pero siento algo parecido a lo que sentí en aquel edificio.
-¡¿Crees que ese tío está aquí?!
-Es posible. Después de todo es el líder de los Sincorazón, algo me dice que también busca el Corazón del Mundo.
-Pues era muy poderoso, tendremos que tener cuidado.

Fue cuestión de tiempo de que llegaran a la sala donde se encontraba el mural del Dios León aunque ahora abierto por Eleone, la luz a penas llegaba a aquel lugar.

-Qué puerta más siniestra.
-A mí me parece más siniestra la Oscuridad que sale de dentro.
-¿Crees que ahí abajo es donde la princesa encontró el Corazón?
-No veo más sitios donde pueda encontrarse. Y esa Oscuridad...

De repente un portal oscuro se abrió detrás de los Elegidos y al darse la vuelta velozmente encontraron a aquel joven de la otra vez observándoles.

-¡Tú!

Zero casi no se controló en salir corriendo a atacarle, pero Jaleel le detuvo.

-Parece que habéis llegado demasiado lejos, si no hubiera sido por ese espíritu...
-¿De qué hablas, idiota?
-Zero, cálmate.
-No importa de qué hable, ya falta poco, mi cometido es evitar que sigáis adelante.
-¡Inténtalo!

Zero ya no pudo contenerse más y apartando el brazo de Jaleel que le sostenía salió corriendo hacia el joven oscuro mientras invocaba sus dos Llaves espada. Acometió contra él con un combo rápido de poderosos ataques, pero aquel ser los esquivó con extrema agilidad y rápidas acrobacias. Después contra atacó con un proyectil de oscuridad que mandó rodando a Zero de vuelta al lado de sus compañeros.

-Mierda...
-Te dije que te relajaras, Zero. Debemos atacarle los tres a la vez.

Tras oír eso, Keiro dejó a Vali apoyado en una de las paredes e invocó su Llave espada a la vez que Jaleel.

-Es muy rápido, vamos a necesitar algo más que atacar los tres a la vez, ¿alguna idea?
-Dejadme a mí delante, intentaré absorber sus ataques.
-Bien.

Finalmente Zero volvió a levantarse y cogiendo los tres carrerillas se acercaron por tres lados diferentes del señor de los Sincorazón aunque no atacó, espero el momento en que los tres se acercaran lo suficiente y casi desapareciendo antes de que los tres le atacaran les golpeó sin que a penas se dieran cuenta. Zero acabó golpeándose y deslizándose contra una pared, Jaleel acabó tumbado al lado de Vali y Keiro acabó junto a la entrada.

-No tenéis nada qué hacer. Rendiros y este mundo será asimilado por la Oscuridad.

Empezó a reírse de una forma bastante tenebrosa y maquiavélica.

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Las tres leían libros esperando encontrar la manera adecuada de volver a cerrar la entrada al Corazón del Mundo, y aunque en aquella librería parecía haber conocimientos bastante secretos del Mundo, todavía no habían encontrado el pertinente a sellos.

Fue entonces cuando Eleone encontró un extraño libro, y en su portada se podía leer claramente “El Dios León”, se puso a leerlo en silencio al margen de las otras dos Elegidas y empezó a descubrir extrañas cosas sobre aquel monstruoso león que la había salvado y al que había decepcionado y destinado a la muerte.

En una de las páginas, Eleone encontró lo que parecía un hechizo aunque no ponía exactamente cuál era su uso, la princesa, pensando que poco más podía hacer lo leyó en voz alta llamando la atención de su hermana y Bastet, pero cuando terminó, Eleone ya no se encontraba en la biblioteca, si no en un ilimitado espacio blanco que parecía estar rodeado de una intensa luz por todas partes.

-¿Dónde estoy?, ¿qué es este lugar?
-Mi Corazón.
-¡¿Quién ha hablado?!

Eleone pudo sentir otra presencia en aquella extraña sala, pero no podía verla, siempre parecía estar a sus espaldas, pero cuando se giraba ya no estaba.

-Espera... esa voz. ¡Eres el Dios León!
-Y tú eres la chica imprudente.
-Yo... Lo siento, no era mi intención. Pero, ¿qué hago aquí?
-Has debido de leer el hechizo de conexión.
-¿El hechizo de conexión?
-Es un poderoso y antiguo hechizo que te permite contactar con el Corazón del ser con el que más deseas entablar contacto. Te permite hablar con él y escucharle.
-Yo... no siento la misma energía oscura que aquella vez.
-Eso es porque solo mi cuerpo y mi mente están corruptos por la Oscuridad, mi Corazón aún contiene Luz. Siento mi comportamiento de la otra vez.
-No pasa nada. Dime, Dios León...
-Madine.
-¿Cómo?
-Mi nombre es Madine, y como dirías en vuestro vocablo no soy masculino, soy femenino.
-Oh. Lo siento, no era mi intención.
-No te preocupes, es difícil malinterpretar mi género para los humanos, mi voz no es muy suave que digamos.
-Entiendo. Dime Madine, ¿hay alguna manera de volver a levantar el sello?
-Sí, la hay. Pero... no sé si estáis preparados.
-¿Queda otra alternativa?
-No, me temo que no.
-Pues dímela.
-Igual que un Elegido puede abrir una puerta, también puede cerrarla, pero el sello debe ser lo suficiente poderoso como para que los Sincorazón no puedan destruirlo.
-¿Y cómo se hace eso?
-Deben ser siete Elegidos los que hagan el sello.
-¡¿Siete?! ¿Y dónde encuentro tantos?
-La conexión se está rompiendo, a penas me quedan fuerzas, lo dejo en tus manos.
-¡Espera!

La escena volvió a la biblioteca.

-¡Espera!
-¡Eleone, Eleone! ¿Qué ocurre?
-Claudia... No...
-¿Qué ha pasado, princesa?
-El... el hechizo. Siete Elegidos.
-¿Siete Elegidos?
-Necesitamos Siete Elegidos para volver a cerrar el sello.
-¿Has encontrado la respuesta? ¡Qué bien!
-Pero solo somos tres.
-No, Eleone, recuerda que Zero marchó anoche a las ruinas. Es allí donde tenemos que cerrar el sello, ¿no?
-Y creo que mi amigo Keiro se fue con él, esta mañana cuando me he despertado no estaba y le veo capaz de meterse en cosas así.
-Eso nos hace ser cinco.
-Pero Jaleel siempre está con Zero. Eso hace seis. Y sé quien puede ser el séptimo. ¡Corred, seguidme!

Claudia salió corriendo esquivando a todos los guerreros, hechiceros y Elegidos que habían llegado a la biblioteca buscando información, y Bastet y Eleone, casi obligadas la persiguieron. Llamaron la atención de algún soldado del reino, pero para cuando pidieron que las princesas se detuvieran, ya estaban de camino a la enfermería donde Claudia entró de un trompicón y vio que el chico del día anterior, Blanck, ya estaba recuperado.

-¡Blanck!
-Tú.
-Blanck, te necesitamos.
-¿Para qué?
-El Corazón de este Mundo está en peligro, Blanck. Necesitamos un Elegido más para protegerlo.
-¿En peligro?
-No hay momento para explicaciones, tenemos que salir cuanto antes.

Blanck se quedó pensativo decidiendo cual sería su respuesta, aunque no le quedaban muchas más opciones.

-Está bien, vamos.

Los cuatro salieron a los jardines del castillo donde decidirían el plan de escape.

-Mi padre habrá apostado soldados en todas las salidas, no podemos salir por suelo.
-Y aunque saliéramos, no nos daría tiempo a llegar, ya ha amanecido.
-Yo... Yo creo que tengo una manera de llegar rápido, pero...
-Bastet, ¿cuál?
-Keiro y yo tuvimos un Maestro que nos enseñó los caminos de la Llave espada, aunque no llegamos a alcanzar el rango de Maestro, pero aprendimos lo suficiente de la Llave espada para utilizarla con sabiduría.
-¿Y eso qué quiere decir?
-Observad.

Bastet invocó su Llave espada y arrojándola al cielo volvió a caer, aunque ya no tenía más forma de Llave, si no que cayó en forma de una especie de plataforma con volante auto propulsada. Las princesas se quedaron flipando y Blanck se sorprendió un poco.

-¿Qué es eso?
-Mi Maestro lo llamaba Llave deslizador. Sirve para viajar más rápido.
-No sabía que la Llave espada tuviera ese poder.
-Tiene muchos poderes, pero se necesita entrenamiento para usar algunos y un Maestro que te las enseñe.
-No quiero romper el momento, pero tenemos prisa.
-Sí.

Bastet dio un salto y se subió en la parte central de la Llave deslizador.

-Blanck y Eleone que se suban en las alas, y Claudia detrás de mí, para compensar el peso.

Cada uno se subió en el lugar que Bastet les eligió y una vez todos se agarraron con fuerza, Bastet levantó el vuelo.

-¿Hacia dónde tenemos que ir?
-Hacia el sur, Bastet. Hay un bosque allí.
-Perfecto.

La nave salió dispara hacia el sur con los cuatro Elegidos encima.

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